jueves, 28 de abril de 2022

Juicio de apelación de prisioneros del 11 J en Holguín fueron una farsa.

Por. Ramón Zamora Rodríguez.

Este miércoles 27 de abril, se realizó los juicios correspondientes a los recursos de apelación al Tribunal Supremo con los manifestantes del 11J en Holguín, donde una vez más imperó el despliegue de la seguridad del estado y el aparato militar represivo.

Desde las 6:10 am que fueron trasladados los prisioneros, el juicio se inició a las 3:05 pm por no estar presente la defensa en favor de Mario Josué Prieto Ricardo y Miguel Enrique Girón Velázquez, la esposa de Mario tuvo que llegar hasta la vivienda de este abogado para que se presentara, había gran revuelo entre prisioneros y familiares por la ausencia de este abogado.

No fueron llevados a comparecer al tribunal los prisioneros Iván Colón Suárez y Miguel Cabrera Rojas por contratiempos de los familiares para gestionar el recurso de apelación, el régimen aprovechó para no incluirlos cuando las causas supuestamente están ligadas a la misma acción, por lo que cualquier decisión se aplica a los que no presentaron este recurso.

El juicio concluyó a las 7:28 pm, las conclusiones a esta farsa serán dadas dentro de 15 días, aunque los familiares mantienen toda esperanza ante la inocencia de los prisioneros, desgraciadamente las conclusiones en otras provincias han demostrado que la dictadura no tiene misericordia sobre las acciones de libertad del pueblo, no les importa el dolor y sufrimiento de tantas familias destrozadas por la crueldad e injusticia que manan de su poder, que destruye lentamente la existencia de todo un pueblo que quiere hacer uso de sus derechos y libertades.

Sería asombroso que exista provecho de las conclusiones fiscales de un juicio, que ya de inicio la seguridad Castrista tenía por fuera a una de las defensas de dos prisioneros, cuando sabemos que un evento de esta relevancia e interés nacional e internacional no permite olvidos ni morosidad, para un grupo de reclusos que fueron levantados a las 4:00 am para presentarse ante una comparsa que juega impunemente con sus destinos y libertad.

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