Señor Miguel Mario Díaz Canel Bermúdez.
Mi nombre es Ramón Zamora Rodríguez y aunque no lo reconozco como presidente, entiendo que su imposición en la presidencia del país le ha permitido desarrollar todo un cúmulo de desgracias sobre el pueblo, bajo el pretexto de salvar a una revolución que solo lo beneficia a usted y a su corte, de un gobierno que existe únicamente en sus mentes ebrias de poder.
Usted que se atreve a desafiar a su pueblo, que da órdenes de combate poniendo a cubano contra cubano y a quienes reclaman sus enlodados derechos y libertades, le lanza irresponsablemente sus tropas militares y azuza sus perros al viejo estilo nazi, que descarga sus balas contra jóvenes que solo aspiran a un futuro real para ellos y los suyos, que los reprime a golpes, amenazas y prisión.
Usted que tiene al país en la más temible miseria, con una inflación galopante que arruina y hace más pobres cada día a las familias cubanas, sin medicinas y escaso alcance a los alimentos y a las más elementales necesidades, con una obsolescencia tecnológica evidente en los hospitales y falta de insumos para la atención al pueblo enfermo, en un país en el que usted no invierte para paliar la grave situación epidemiológica que mata a las familias cubanas, usted que mentía ante las causas de los apagones, quedó claro que no eran ni son por falta de combustible.
El terrible escenario de descontento y desprecio a usted y la malsana revolución Castrista por parte de todo el pueblo, a excepción de los aupadores que comulgan con su satanismo gubernamental, y usted no da ni un solo paso por aliviar ésta afrenta que se extiende con su nombre como punta de lanza por todo el país. Es momento de que haga uso de cualquier neurona sin mal formación con la que usted cuente, y lleve su nombre a la eternidad como quien le devolvió la soberanía y libertad al pueblo cubano del yugo comunista y de la demencial y obsoleta revolución cubana.
No es momento de jugar al más fuerte, al más atrincherado, al que más fuerza militar manipula, al que más presos tiene. Es momento de cambiar la inmensa prisión infernal que hoy es Cuba, por el paraíso de libertades y derechos que hoy sueña el pueblo, sin la horrible emigración en estampida de cubanos buscando sus sueños quebrados, no espere a que Cuba termine bañada en sangre por su tozudez y falta de visión futura, el pueblo está resuelto a salir de la desgracia en la que ustedes la han envuelto, cueste lo que cueste, entiendalo ¡Ya sé acabó!