Carta a Miguel Díaz Canel.

Por. Ramón Zamora Rodríguez.

Sr. Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez.

Creo que usted lo arriesga todo al poner al pueblo contra las cuerdas de la forma arbitraria como lo está haciendo, son muchos los dedos acusadores en el mundo y dentro de Cuba que le apuntan como autor directo de tantas violaciones a los derechos humanos y como culpable de crímenes de lesa humanidad contra los cubanos,  y yo soy uno de los que le acusa.

Usted se siente confiado de los acólitos que por todo el mundo apoyan su macabra dictadura de terror y de su fuerza militar ávida para la represión y la matanza en todo momento,  pero olvida que hasta a las serpientes más pasivas no se pueden acorralar porque se tornan tan agresivas, ponzoñosas y desenfrenadas que hasta las mangostas les terminan temiendo y dejándoles el camino libre, usted en estos momentos luce ante el pueblo como la mangosta acorraladora, el pueblo, es la serpiente desesperada,  y ya la llevó a un punto sin salidas.

Cada día aumentan los lamentos en los hogares cubanos, porque hay uno o dos prolongados apagones, una mesa vacía por falta de economía para alimentar a los hijos, un feminicidio o un ataque entre familias ante las presiones por estrés que desestabilizan los hogares por el desesperante y cada vez más alto precio que tiene malvivir en este país. Cada día en toda Cuba aumenta la población penal, la de prisioneros por motivos políticos, la tasa de suicidios, de desnutrición, cáncer, desempleo, prostitución, delincuencia y corrupción, y de todo ello usted es el culpable, porque electo o no, lo muestran como quien preside este infierno en el que han convertido a la patria de Martí, y es usted quien sin ningún escrúpulo ni conciencia lanzó una orden de combate contra su propio pueblo.

En las funciones que lo ocupan, no está en ningún momento la de pensar en el bienestar del pueblo, en las causas por las que hoy cerca de dos mil cubanas y cubanos cumplen injustas condenas por manifestar sus ideas, arrancando las lágrimas de tantas madres, padres,  hijas, hijos, esposas y esposos por toda la nación. Usted siempre se ha mostrado sordo y agresivo ante los reclamos del pueblo, tanto es así, que escribo con la certeza de que estas letras jamás serán leídas por usted, pero directamente puede nacer por ellas la violencia y el ensañamiento de sus fuerzas represivas, porque a usted las opiniones del pueblo no le importan, ya que  únicamente le prestará atención e intentará infructuosamente rectificar el desastre que ha hecho de nuestra patria, cuando el pueblo rompa una vez más el silencio y salga a las calles sin abandonarlas, hasta que usted y su camarilla de estafadores y mentirosos estén fuera del poder que hoy disfrutan a costa del sudor, ignorancia, tolerancia y miedo del pueblo cubano. 

El fino hilo que separa al país de otro estallido social, está justificado por el terror sembrado por las fuerzas militares y sus leyes diseñadas como mordaza para acallar los descontentos y lamentos, terror fracturado por el exceso de dificultades y miseria  que tienen que enfrentar las familias cubanas. Solo falta ver que hasta los comprometidos, esos que solo llevan la supuesta revolución en los labios, terminen comprendiendo que son parte de la bota que aplasta y somete al pueblo a vivir una loca ideología fallida desde sus principios, para que no pueda contar con ningún afectado por el Síndrome de Estocolmo y el conformismo, ni para las inútiles, manipuladas y fraudulentas elecciones.

Este pueblo está cansado del sometimiento, la servidumbre y la tolerancia, acompañadas por la mentira y las falsas e incumplidas promesas tras 64 años, sin ver más avances que el de un país cada vez más en ruinas hasta humanas, y para colmo imponen como lema la continuidad, por ello hasta la juventud está en su inmensa mayoría divorciada de un país en el que impera el estancamiento y anquilosamiento del progreso y futuro de sus vidas,  a tal punto, que huyen despavoridos de su país como si fuera una peste, o lo que realmente es, un real infierno donde arde todo un pueblo. No se da cuenta de la estampida en masa, y que hoy el sueño de la inmensa mayoría es salir de este país para donde sea. 

Usted será enjuiciado por ser el rostro impulsor de tanta desgracia y sufrimiento, pero ignora la historia de la mayoría de los dictadores que igual se sentían indestructibles e invencibles y la de los pueblos sometidos bajo estos mismos métodos que creían que nunca se terminaría tanto sufrimiento, y hoy no son más que amargas historias. La suya, la de su mediocre revolución y el sufrimiento de este pueblo sometido, muy pronto serán una historia que nadie querrá repetir, dejando en el olvido a los sordos terroristas que ignoraron la fuerza de un pueblo en desespero. Esto está cerca y ya se ve la luz, usted está llamado a ser sordo como el rey de Egipto y para gloria de Dios, el pueblo cubano será liberado. 

Le escribe desde el infierno cubano con todo el desprecio y repugnancia que se pueda experimentar por alguien. 

Ramón Zamora Rodríguez.