Por. Ramón Zamora Rodríguez
El municipio Mayarí de la provincia Holguín, eleva las cifras de contagios de coronavirus a tal extremo, que los reos de la Prisión Playa Manteca denuncian que esta prisión se encuentra infestada en un 85 por ciento de su población penal.
Los prisioneros cuando llaman a sus familiares e intentan denunciar el abandono y la crisis que mantiene el sistema penitenciario sobre los reos en general, son interrumpidas las llamadas desde la pizarra central dentro de la misma prisión.
Los familiares temen por la vida de los reos, pues llevan más de un año sin contacto visual con el recluso como medida preventiva para evitar el contagio dentro de la prisión, pero es justamente el personal que trabaja en estos penales quienes contagian a los prisioneros, además cuentan con una alimentación deficiente e insana y para colmo la prisión no cuenta con medicamentos para tratar las dolencias de los prisioneros y los tratan solo con infusiones de plantas por la falta de medicinas a las que el régimen somete a todo el pueblo de Cuba.
Entonces la pregunta es.
¿De que sirve que a nivel nacional los reclusos tengan más de un año sin contacto con sus familias ni siquiera a la distancia del cordón de seguridad, si son contagiados por los carceleros y personal sanitario dentro de las prisiones? ¿Qué estrategia está elaborando el sistema de cárceles y prisiones en el país, para que aunque sea a cuatro metros los familiares vean a los suyos en las prisiones, aunque hablen por teléfono tras un cristal o acrílico? ¿Cuánto tiempo requiere la dictadura para reconocer e implementar un derecho inherente a la población penal?
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